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domingo, 3 de agosto de 2008

LÓGICA DE LOS SIGNOS


Lógica de las relaciones como teoría de los signos

La lógica de Peirce, y toda lógica (del griego λόγος = palabra o pensamiento, razón o sentido), consiste esencialmente en un análisis de los procesos del pensamiento o de las reglas para que nuestros argumentos deductivos tengan validez formal, de manera que, si las premisas son verdaderas, se obtengan necesariamente conclusiones verdaderas.
Para el conocimiento de la realidad –afirma Peirce– debemos partir del análisis del fenómeno en sí mismo, reduciendo la pluralidad de las impresiones a una unidad, es decir, a una concepción que se pueda considerar “universal”. Éste es precisamente el proceso de abstracción: de la multiplicidad de aspectos cognoscibles de un fenómeno la mente separa (abs-trae) aquellas “cualidades” indescomponibles y universalmente presentes en dicho fenómeno. De acuerdo con esta “abstracción”, para conocer necesitamos tres categorías:
La cualidad: característica tomada en sí misma, sin relación a un objeto (así como la dureza se puede “predicar” de un carácter o de un muro).
La relación: es decir, el modo de ser de algo con respecto a una segunda cosa (pero sin considerar a una tercera), o el modo como una cualidad “encarna” en un objeto: el modo como la dureza está en la pared (de lo cual nos damos cuenta al chocar contra ella: éste es un hecho singular, irrepetible, sólo comprensible en el aquí y ahora).
La mediación: o modo de ser de lo que es al relacionar a una segunda cosa con una tercera. Así es como se obtienen conocimientos de carácter general, es decir, que se refieren a todas las cosas actuales (reales) o meramente potenciales (posibles). La mediación es la única categoría que se da en la mente y sólo en la mente: por medio de ella se obtiene un concepto o idea (ni siquiera una imagen). El mediador por excelencia es el signo, en cuanto representa la relación entre el objeto y el representamen. Toda la realidad la percibimos por medio de los signos. El conocimiento humano no es sino un proceso semiótico, porque toda situación cognoscitiva es simbólica, es decir, susceptible de ser manifestado por medio de signos. Lo simbólico dice fundamentalmente relación y también mediación (τò σύμβολον). No tenemos capacidad de pensamiento sin signos: el proceso de abstracción requiere un signo que exprese lo universal.
En realidad, todo conocimiento es una inferencia o asociación de juicios por medio de su semejanza, contigüidad o causalidad: un juicio se infiere del anterior por deducción, inducción o abducción (o por la combinación de estos tipos de argumentos).

Recordemos el típico argumento deductivo:

Todo S es P
x es S
Por tanto: x es P
Aquí hacemos abstracción del contenido que tenga S, P y x. El término medio (S) permite relacionar entre sí al llamado término mayor (P) y el término menor (x). El término medio (S) no pasa a la conclusión y debe ser por lo menos una vez universal (Todo S).
En el caso de la inducción, se obtiene la validez de una proposición mediante la observación de un número suficiente de casos en los que se repite el mismo patrón: si lanzo una pelota en dirección vertical un cierto número de veces, y en todos los casos la pelota regresa en caída libre, debo inferir que la proposición que expresa la gravitación universal es lógicamente válida.
El razonamiento hipotético (la abducción de Peirce) implica primero una condición, la afirmación de ésta y la inferencia de la necesaria conclusión: Si P, entonces Q; es así que ocurre P; por tanto: debe ocurrir Q. Hacemos abstracción del contenido de las proposiciones P y Q. En lenguaje natural este razonamiento lo expresamos como: de la afirmación del antecedente (P) se sigue la afirmación del consecuente (Q), pero no viceversa (es el famoso modus ponendo ponens = modo que, al afirmar, afirma): si estudio semiótica, entonces entenderé un poco sobre el proceso de significación; es así que estudio semiótica; por tanto: entiendo un poco del proceso de significación.
La vida cotidiana nos plantea una serie de circunstancias en las que debemos deducir, inducir a plantearnos hipótesis. De la formación de cierto tipo de nubosidad “deducimos” la probabilidad de lluvia. Asimismo, del hecho repetido de haber tenido malestar estomacal al ingerir un cierto alimento, puedo inferir (por inducción) que tal alimento me resultará “siempre” dañino. Los argumentos hipotéticos son, creo, más comunes: si no estudio, probablemente reprobaré el examen; es así que no he estudiado; por tanto: probablemente reprobaré el examen (nótese que aquí estoy “afirmando” un antecedente “negativo”: no estudio). Doy por sentado el antecedente, debo dar por sentado el consecuente (pero no viceversa).

Referencia:

http://72.14.253.104/search?q=cache:5Qzl4bCk_fMJ:https://sua.politicas.unam.mx/suainfo/libros_electronicos_sua/doc/definicion_y_clasificacion_del_signo.rtf+L%C3%B3gica+de+Charles+Sanders+Peirce&hl=es&ct=clnk&cd=4&gl=mx

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