Los debates sobre el Nuevo Orden Informativo Internacional (NOII)
Los debates desarrollados durante la década de los '70 en relación con la búsqueda de un nuevo orden informativo internacional, han tenido una evolución importante: se pasó de los temas vinculados exclusivamente a la noticia a una aproximación a los problemas de fondo relacionados con las estructuras de organización y propiedad de la comunicación. Ello permitió fijar la atención en los centros de poder de la información, estableciéndose la necesidad de explorar en las consecuencias políticas y sociales de una alta concentración en la decisión sobre contenidos de mensajes comerciales, informativos y de entretenimiento. Estas tendencias de concentración han movilizado también a sectores de los países más desarrollados que se preguntan por el aporte democrático de una televisión concentrada en dos o tres poderosas cadenas, en la existencia de grandes agencias de publicidad capaces de determinar los contenidos o enfoques de la programación que llega a grandes masas de sus países y del resto del mundo, en la presencia de las agencias transnacionales de noticias, en la expansión de la industria cinematográfica a partir de una reorganización de sus centros de producción.
Este fue el aporte principal de la Comisión MacBride, convocada por la UNESCO: definir el aspecto estructural y sistemático de las comunicaciones, a la vez que determinar cómo lo democrático se juega en este campo.
A todo ello se han agregado los aportes específicos de una expansión tecnológica que hace más poderosos a los poderosos en el campo de la información: satélites, redes mundiales de computación, sistemas de bancos de datos públicos y privados, van conformando una dimensión que ubica el problema de un nuevo orden mundial de la información y la comunicación en niveles distintos y mucho más amplios que aquéllos tocados cuando el debate tomó fuerzas. Ya no sólo es el problema de las relaciones Norte-Sur. También está el problema de las relaciones Norte-Norte, donde la expansión de ciertas transnacionales de la industria de la información crea debates de fondo sobre autonomía e independencia en países como Francia o Suecia. A su vez están las propias luchas de sectores internos en Italia o Francia por construir sistemas informativos que rompan con la omnipresencia de un sistema informativo monopólico público.
El debate sobre los centros de poder en la comunicación lleva, inevitablemente, a ver el problema desde su contrapartida: la participación. Es la idea de la participación una de las interpretaciones que hoy se abren paso como forma de entender los contenidos del nuevo orden informativo a niveles nacionales e internacionales. La tendencia histórica, sin embargo, está en favor de una concentración del poder de informar y de acumular información. A nivel de los periódicos, por ejemplo, hay una clara disminución de las presencias locales, mientras avanza la formación de cadenas, tanto nacionales como internacionales, que anuncian el uso de tecnologías por las cuales se imponga de manera más amplia y simultánea una misma información.
Los planteamientos concretos de un nuevo orden internacional en el campo de la información han sido mucho más simples de lo que a nivel de los centros del poder informativo quiere reconocerse. De lo que se trata es de crear las condiciones profesionales, técnicas, sociales, económicas y, en definitiva, políticas para llegar a una dimensión multidireccional de las comunicaciones, es decir, deshacer el esquema informativo unidireccional Norte-Sur o Centro-Periferia. El concepto de multidireccionalidad encierra el propósito de reconocer que en el mundo de hoy existe una diversidad de culturas y modelos de desarrollo y que, en consecuencia, sólo es posible una comprensión del mundo propio y de los otros sobre la base de conocer esas otras realidades sin prejuicios. Se implica, por tanto, el abandono de la mentalidad de colonialismo cultural que pretende instituir una sola visión del mundo.
Como consecuencia, esta perspectiva multidireccional reclama que los flujos de noticias den una presencia a los países del Tercer Mundo en la medida que corresponde a sus realidades, búsquedas y aspiraciones. Para ello se demanda una aproximación ansiosa de comprensión de las razones que están presentes en las otras realidades culturales, y no la conducta predominante actual en que los grandes medios de influencia internacional miran la realidad de los países periféricos con una óptica etnocéntrica y parcial.
Los instrumentos concretos de acción tienen que ver con la formación de los periodistas y comunicadores, con la oportunidad de la presencia de medios y agencias del Tercer Mundo en los actuales centros de la información, con la posibilidad de que la televisión, la radio u otros medios de los países del centro se abran a las expresiones provenientes de los países periféricos.
Tales demandas de un nuevo orden informativo han encontrado serios rechazos a nivel de la "gran prensa" occidental, defensora de los principios del libre flujo que ha dado a sus medios influencia y poder. Ven en estos esfuerzos los afanes de control gubernamental de la información, sin abrirse –o haciéndolo en menor medida– a entender las perspectivas y razones que envuelven estos planteamientos.
Los países socialistas, a su vez, se ubican dentro del debate en la demanda de hacer de los medios de comunicación instrumentos sostenedores de la paz y las relaciones de mutuo respeto entre las naciones. Al comenzar la década de los 80’s se ha hecho especialmente evidente un cambio en los niveles de conducción política de los países occidentales, y en especial en Estados Unidos, respecto de una interpretación del nuevo orden informativo, entendido como una necesidad de mayor entrenamiento para los comunicadores (¿con qué modelo?) y de mayor tecnología (¿para qué uso?). Esta perspectiva se hizo evidente desde la conferencia general de la UNESCO en Belgrado, tras lo cual en los países del Tercer Mundo y de los sectores progresistas del centro se hacen llamados de atención respecto de la evolución que el tema de la información y las nuevas políticas puede tener. Esta tendencia se ratifica en la conferencia general de 1982 y en los debates en París.
Referencia:
REYES Matta, Fernando (1977). La información en el nuevo orden internacional. ILET, México, pp. 7-47.
Los debates desarrollados durante la década de los '70 en relación con la búsqueda de un nuevo orden informativo internacional, han tenido una evolución importante: se pasó de los temas vinculados exclusivamente a la noticia a una aproximación a los problemas de fondo relacionados con las estructuras de organización y propiedad de la comunicación. Ello permitió fijar la atención en los centros de poder de la información, estableciéndose la necesidad de explorar en las consecuencias políticas y sociales de una alta concentración en la decisión sobre contenidos de mensajes comerciales, informativos y de entretenimiento. Estas tendencias de concentración han movilizado también a sectores de los países más desarrollados que se preguntan por el aporte democrático de una televisión concentrada en dos o tres poderosas cadenas, en la existencia de grandes agencias de publicidad capaces de determinar los contenidos o enfoques de la programación que llega a grandes masas de sus países y del resto del mundo, en la presencia de las agencias transnacionales de noticias, en la expansión de la industria cinematográfica a partir de una reorganización de sus centros de producción.
Este fue el aporte principal de la Comisión MacBride, convocada por la UNESCO: definir el aspecto estructural y sistemático de las comunicaciones, a la vez que determinar cómo lo democrático se juega en este campo.
A todo ello se han agregado los aportes específicos de una expansión tecnológica que hace más poderosos a los poderosos en el campo de la información: satélites, redes mundiales de computación, sistemas de bancos de datos públicos y privados, van conformando una dimensión que ubica el problema de un nuevo orden mundial de la información y la comunicación en niveles distintos y mucho más amplios que aquéllos tocados cuando el debate tomó fuerzas. Ya no sólo es el problema de las relaciones Norte-Sur. También está el problema de las relaciones Norte-Norte, donde la expansión de ciertas transnacionales de la industria de la información crea debates de fondo sobre autonomía e independencia en países como Francia o Suecia. A su vez están las propias luchas de sectores internos en Italia o Francia por construir sistemas informativos que rompan con la omnipresencia de un sistema informativo monopólico público.
El debate sobre los centros de poder en la comunicación lleva, inevitablemente, a ver el problema desde su contrapartida: la participación. Es la idea de la participación una de las interpretaciones que hoy se abren paso como forma de entender los contenidos del nuevo orden informativo a niveles nacionales e internacionales. La tendencia histórica, sin embargo, está en favor de una concentración del poder de informar y de acumular información. A nivel de los periódicos, por ejemplo, hay una clara disminución de las presencias locales, mientras avanza la formación de cadenas, tanto nacionales como internacionales, que anuncian el uso de tecnologías por las cuales se imponga de manera más amplia y simultánea una misma información.
Los planteamientos concretos de un nuevo orden internacional en el campo de la información han sido mucho más simples de lo que a nivel de los centros del poder informativo quiere reconocerse. De lo que se trata es de crear las condiciones profesionales, técnicas, sociales, económicas y, en definitiva, políticas para llegar a una dimensión multidireccional de las comunicaciones, es decir, deshacer el esquema informativo unidireccional Norte-Sur o Centro-Periferia. El concepto de multidireccionalidad encierra el propósito de reconocer que en el mundo de hoy existe una diversidad de culturas y modelos de desarrollo y que, en consecuencia, sólo es posible una comprensión del mundo propio y de los otros sobre la base de conocer esas otras realidades sin prejuicios. Se implica, por tanto, el abandono de la mentalidad de colonialismo cultural que pretende instituir una sola visión del mundo.
Como consecuencia, esta perspectiva multidireccional reclama que los flujos de noticias den una presencia a los países del Tercer Mundo en la medida que corresponde a sus realidades, búsquedas y aspiraciones. Para ello se demanda una aproximación ansiosa de comprensión de las razones que están presentes en las otras realidades culturales, y no la conducta predominante actual en que los grandes medios de influencia internacional miran la realidad de los países periféricos con una óptica etnocéntrica y parcial.
Los instrumentos concretos de acción tienen que ver con la formación de los periodistas y comunicadores, con la oportunidad de la presencia de medios y agencias del Tercer Mundo en los actuales centros de la información, con la posibilidad de que la televisión, la radio u otros medios de los países del centro se abran a las expresiones provenientes de los países periféricos.
Tales demandas de un nuevo orden informativo han encontrado serios rechazos a nivel de la "gran prensa" occidental, defensora de los principios del libre flujo que ha dado a sus medios influencia y poder. Ven en estos esfuerzos los afanes de control gubernamental de la información, sin abrirse –o haciéndolo en menor medida– a entender las perspectivas y razones que envuelven estos planteamientos.
Los países socialistas, a su vez, se ubican dentro del debate en la demanda de hacer de los medios de comunicación instrumentos sostenedores de la paz y las relaciones de mutuo respeto entre las naciones. Al comenzar la década de los 80’s se ha hecho especialmente evidente un cambio en los niveles de conducción política de los países occidentales, y en especial en Estados Unidos, respecto de una interpretación del nuevo orden informativo, entendido como una necesidad de mayor entrenamiento para los comunicadores (¿con qué modelo?) y de mayor tecnología (¿para qué uso?). Esta perspectiva se hizo evidente desde la conferencia general de la UNESCO en Belgrado, tras lo cual en los países del Tercer Mundo y de los sectores progresistas del centro se hacen llamados de atención respecto de la evolución que el tema de la información y las nuevas políticas puede tener. Esta tendencia se ratifica en la conferencia general de 1982 y en los debates en París.
Referencia:
REYES Matta, Fernando (1977). La información en el nuevo orden internacional. ILET, México, pp. 7-47.
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