INFLUENCIA MANIFIESTA E INFLUENCIA OCULTA EN LA
COMUNICACIÓN
Al finalizar el siglo XIX aparece un fenómeno nuevo en la vida social, que se denominó cultura de masas o sociedad de masas. Nace así un “nuevo tipo de hombre”: el hombre masa, que no es necesariamente el hombre masificado
El fenómeno de las masas exigió el desarrollo de la Psicología de las masas para explicar la “metamorfosis” de los individuos en una multitud y explicitar las emociones, pensamientos y eventual violencia de dicha multitud. Así nace una teoría de la influencia y contaminación progresiva y una teoría de la influencia y contaminación a distancia. En ésta los medios de comunicación masiva juegan un papel muy importante (sobre todo la prensa).
En las primeras décadas del siglo XX se observa un cambio de tendencia. Ciertos grupos bien identificados sienten la necesidad de una transformación: rechazan la sociedad masificada y pretenden una que sea más democrática y en la cual el anonimato y la falta de identidad no sean la regla. Aquí también la intensificación de la comunicación produjo una mayor consciencia de la injusticia inherente a la sociedad masificada en sí contradictoria, porque la originalidad y la individualidad son como una necesidad económica: ¿entonces por qué la sociedad de masas? La misma sociedad masificada engendró la herejía de la búsqueda de la individualidad.
Esta misma búsqueda fue la que se dio en el terreno estético, como lo atestiguan los movimientos de vanguardia, desde el surrealismo hasta el Pop Art. De aquí a la cultura de las minorías ya sólo quedaba un paso.
La propuesta, hoy, ya no es explicar la realidad de una sociedad de masas, sino responder a la siguiente cuestión: ¿cómo puede una minoría influir en las opiniones y conducta de la mayoría? Resalta la necesidad de desarrollar una psicología social de las minorías, ya que éstas son un componente real de la vida social. Las minorías han llegado a ser, digamos, “normales”, lo cual exige que se explique su papel en el terreno de la influencia social, sobre todo cuando sabemos que ésta no depende sólo de factores como la multitud, la jerarquía y la competencia, sino también de factores psíquicos más sutiles.
Los diversos estudios en psicología social parecen apuntar en el sentido de que, si la minoría desviante es firme en la defensa de su opinión, puede inculcar a una mayoría su sistema de valores y creencias, si se dan las siguientes condiciones:
· La minoría asume una posición desviante pertinente en determinado momento.
· La minoría posee medios materiales e intelectuales que le permitan sostener la posición conflictiva.
· La minoría tiene la posibilidad de provocar un conflicto.
· La ausencia de compromiso de la minoría hace que la mayoría ceda para solucionar el conflicto.
· La minoría no depende tanto de su número cuanto de la manera como vive y defiende su postura.
Por otra parte, siguiendo la tesis de la espiral del silencia de Noelle-Neumann, la mayoría se inclina al silencia por el miedo a suscitar un conflicto; esto puede ser aprovechado por la minoría que sabe que sólo provocando el conflicto puede dar curso al cambio. Además, el cambio de opinión ocurre más por el extremismo y consistencia de la minoría que por el contenido de la opinión. Esto significa, pues, que la capacidad de desencadenar el conflicto y el comportamiento consistente y extremo son esenciales en el fenómeno de la influencia social: las minorías pueden actuar de manera persuasiva siempre y cuando defiendan resueltamente su punto de vista.
También se ha observado que las sociedades “cerradas”, en las cuales la presión al conformismo social es mayor, hacen más vulnerables a sus miembros frente a las presiones de cambio de las minorías, que buscan una sociedad “original” y creadora. En términos cualitativos, los grupos e individuos desviantes son considerados “mejores” que los grupos e individuos conformistas.
Al hablar de persuasión oculta no hay que pensar tanto en la percepción “subliminal”, sino mejor en la influencia de las minorías que, sin ser oculta, sí actúa sobre nosotros sin que nos demos cuenta: el individuo puede resistir externamente a la presión de la minoría, pero en su fuero interno es influenciado. Por otra parte, la influencia de las minorías se ejerce sobre opiniones asociadas con el mensaje, pero no directamente contenidas en él. Las minorías ejercen una influencia indirecta, oculta, inadvertida muchas veces, pero eficaz.
Esto significa que, mientras más extrema o rígida es una minoría, menos influencia ejerce sobre las opiniones explícitamente expresadas por el mensaje; pero la influencia sobre los mensajes asociados es mayor. Se cita para corroborar este tesis el fenómeno de la criptomnesia (literalmente: memoria oculta) social o plagio involuntario, así como el fenómeno del sleeper effect, es decir, el hecho de que un mensaje, en el momento de su emisión, no tiene efecto, pero puede actuar con un retraso temporal (dos semanas o hasta dos meses después de su emisión-recepción), bajo la condición de que el mensaje de la minoría sea rígido y pertinente; tal mensaje dejará una huella más profunda cuanto más radical resulta. Por eso se afirma que las minorías modifican nuestras ideas y nuestros comportamientos indirectamente y por medios desviados, es decir, precisamente ahí donde no tenían “intención” de hacerlo (y cuando no tenemos la libertad de elegir).
También puede citarse el efecto de la after-image cromática: la influencia ejercida por una minoría consistente puedo modificar la percepción de los colores de un individuo; curiosamente, la influencia es mayor cuando la fuente de influencia está ausente, por lo cual es posible concluir que la influencia oculta es posible y difícil de prevenir. Puede incluso suceder que, en el caso de una minoría, la ausencia de sus efectos visibles entrañe la existencia de fuertes efectos invisibles.
La incubación social de las minorías ocurre en tres fases silenciosas:
· Ruptura de la resistencia al cambio.
· Sometimiento en lo privado a las nuevas influencia (fase de la ignorancia pluralista: el saber individual del cambio frente al no saber social del cambio).
· Expansión súbita del cambio.
Por último, una consideración sobre el llamado efecto perverso, es decir, la obtención de un resultado opuesto al buscado, como cuando los medios de comunicación masiva dan tanta atención a conductas desviantes o minoritarias, que terminan por instalarlas en la normalidad social.
El fenómeno de las minorías deberá ser un tema de primer plano para la Psicosociología.
COMUNICACIÓN
Al finalizar el siglo XIX aparece un fenómeno nuevo en la vida social, que se denominó cultura de masas o sociedad de masas. Nace así un “nuevo tipo de hombre”: el hombre masa, que no es necesariamente el hombre masificado
El fenómeno de las masas exigió el desarrollo de la Psicología de las masas para explicar la “metamorfosis” de los individuos en una multitud y explicitar las emociones, pensamientos y eventual violencia de dicha multitud. Así nace una teoría de la influencia y contaminación progresiva y una teoría de la influencia y contaminación a distancia. En ésta los medios de comunicación masiva juegan un papel muy importante (sobre todo la prensa).
En las primeras décadas del siglo XX se observa un cambio de tendencia. Ciertos grupos bien identificados sienten la necesidad de una transformación: rechazan la sociedad masificada y pretenden una que sea más democrática y en la cual el anonimato y la falta de identidad no sean la regla. Aquí también la intensificación de la comunicación produjo una mayor consciencia de la injusticia inherente a la sociedad masificada en sí contradictoria, porque la originalidad y la individualidad son como una necesidad económica: ¿entonces por qué la sociedad de masas? La misma sociedad masificada engendró la herejía de la búsqueda de la individualidad.
Esta misma búsqueda fue la que se dio en el terreno estético, como lo atestiguan los movimientos de vanguardia, desde el surrealismo hasta el Pop Art. De aquí a la cultura de las minorías ya sólo quedaba un paso.
La propuesta, hoy, ya no es explicar la realidad de una sociedad de masas, sino responder a la siguiente cuestión: ¿cómo puede una minoría influir en las opiniones y conducta de la mayoría? Resalta la necesidad de desarrollar una psicología social de las minorías, ya que éstas son un componente real de la vida social. Las minorías han llegado a ser, digamos, “normales”, lo cual exige que se explique su papel en el terreno de la influencia social, sobre todo cuando sabemos que ésta no depende sólo de factores como la multitud, la jerarquía y la competencia, sino también de factores psíquicos más sutiles.
Los diversos estudios en psicología social parecen apuntar en el sentido de que, si la minoría desviante es firme en la defensa de su opinión, puede inculcar a una mayoría su sistema de valores y creencias, si se dan las siguientes condiciones:
· La minoría asume una posición desviante pertinente en determinado momento.
· La minoría posee medios materiales e intelectuales que le permitan sostener la posición conflictiva.
· La minoría tiene la posibilidad de provocar un conflicto.
· La ausencia de compromiso de la minoría hace que la mayoría ceda para solucionar el conflicto.
· La minoría no depende tanto de su número cuanto de la manera como vive y defiende su postura.
Por otra parte, siguiendo la tesis de la espiral del silencia de Noelle-Neumann, la mayoría se inclina al silencia por el miedo a suscitar un conflicto; esto puede ser aprovechado por la minoría que sabe que sólo provocando el conflicto puede dar curso al cambio. Además, el cambio de opinión ocurre más por el extremismo y consistencia de la minoría que por el contenido de la opinión. Esto significa, pues, que la capacidad de desencadenar el conflicto y el comportamiento consistente y extremo son esenciales en el fenómeno de la influencia social: las minorías pueden actuar de manera persuasiva siempre y cuando defiendan resueltamente su punto de vista.
También se ha observado que las sociedades “cerradas”, en las cuales la presión al conformismo social es mayor, hacen más vulnerables a sus miembros frente a las presiones de cambio de las minorías, que buscan una sociedad “original” y creadora. En términos cualitativos, los grupos e individuos desviantes son considerados “mejores” que los grupos e individuos conformistas.
Al hablar de persuasión oculta no hay que pensar tanto en la percepción “subliminal”, sino mejor en la influencia de las minorías que, sin ser oculta, sí actúa sobre nosotros sin que nos demos cuenta: el individuo puede resistir externamente a la presión de la minoría, pero en su fuero interno es influenciado. Por otra parte, la influencia de las minorías se ejerce sobre opiniones asociadas con el mensaje, pero no directamente contenidas en él. Las minorías ejercen una influencia indirecta, oculta, inadvertida muchas veces, pero eficaz.
Esto significa que, mientras más extrema o rígida es una minoría, menos influencia ejerce sobre las opiniones explícitamente expresadas por el mensaje; pero la influencia sobre los mensajes asociados es mayor. Se cita para corroborar este tesis el fenómeno de la criptomnesia (literalmente: memoria oculta) social o plagio involuntario, así como el fenómeno del sleeper effect, es decir, el hecho de que un mensaje, en el momento de su emisión, no tiene efecto, pero puede actuar con un retraso temporal (dos semanas o hasta dos meses después de su emisión-recepción), bajo la condición de que el mensaje de la minoría sea rígido y pertinente; tal mensaje dejará una huella más profunda cuanto más radical resulta. Por eso se afirma que las minorías modifican nuestras ideas y nuestros comportamientos indirectamente y por medios desviados, es decir, precisamente ahí donde no tenían “intención” de hacerlo (y cuando no tenemos la libertad de elegir).
También puede citarse el efecto de la after-image cromática: la influencia ejercida por una minoría consistente puedo modificar la percepción de los colores de un individuo; curiosamente, la influencia es mayor cuando la fuente de influencia está ausente, por lo cual es posible concluir que la influencia oculta es posible y difícil de prevenir. Puede incluso suceder que, en el caso de una minoría, la ausencia de sus efectos visibles entrañe la existencia de fuertes efectos invisibles.
La incubación social de las minorías ocurre en tres fases silenciosas:
· Ruptura de la resistencia al cambio.
· Sometimiento en lo privado a las nuevas influencia (fase de la ignorancia pluralista: el saber individual del cambio frente al no saber social del cambio).
· Expansión súbita del cambio.
Por último, una consideración sobre el llamado efecto perverso, es decir, la obtención de un resultado opuesto al buscado, como cuando los medios de comunicación masiva dan tanta atención a conductas desviantes o minoritarias, que terminan por instalarlas en la normalidad social.
El fenómeno de las minorías deberá ser un tema de primer plano para la Psicosociología.
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